Río de Janeiro, Brasil, es el escenario de la 17ª Cumbre BRICS, un encuentro crucial para los países miembros —Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Indonesia, Irán y Emiratos Árabes Unidos— y sus socios estratégicos. Bajo la presidencia pro tempore del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, la cumbre busca reforzar la cooperación multilateral en un momento de crecientes tensiones comerciales, impulsadas por los aranceles del 25% anunciados por el presidente estadounidense Donald Trump este 7 de julio contra Japón y Corea del Sur. Este evento, que reúne a economías que representan cerca del 40% de la economía global, pretende consolidar al BRICS como una fuerza no occidental que promueva un orden mundial más equitativo.
La cumbre se lleva cabo tras una reunión preparatoria de cancilleres durante abril pasado en Río de Janeiro, donde se discutió el impacto de las políticas proteccionistas de Estados Unidos. Desde abril, Trump impuso un arancel base del 10% a todas las importaciones, con tasas específicas más altas para países como Japón (24%) y Corea del Sur (26%), basadas en déficits comerciales. La reciente escalada al 25% para estos dos países asiáticos ha llevado al BRICS a priorizar estrategias para contrarrestar estas medidas, fomentando la integración económica entre sus miembros. Los líderes planean fortalecer iniciativas como el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), que financia proyectos en los países miembros, y el sistema BRICS Pay, lanzado en 2024, que permite transacciones entre bancos centrales sin depender del sistema SWIFT, dominado por Occidente.
El evento ocurre en un contexto de expansión del bloque. En la cumbre de 2024 en Kazán, Rusia, se integraron Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos como miembros plenos, mientras que Indonesia se unió en enero de este año como el primer país del sudeste asiático. Además, se creó una categoría de “países socios” con 13 naciones, incluyendo Algeria, Cuba, Malasia, Turquía y Vietnam, que actúan como observadores con potencial para convertirse en miembros. Esta ampliación busca aumentar la influencia del BRICS, aunque decisiones como el veto de Brasil a la incorporación de Venezuela, debido a disputas electorales en 2024, reflejan las tensiones internas del grupo. La cumbre también aborda temas clave como la cooperación en ciencia, tecnología, economía digital y la lucha contra el crimen transnacional, además de promover la desdolarización, un objetivo impulsado por China y Rusia para reducir la dependencia del dólar en el comercio global.
Las razones detrás de la relevancia de esta cumbre radican en el creciente peso económico y político del BRICS, que busca posicionarse como una alternativa al orden global liderado por Occidente. Los países miembros critican el proteccionismo de Estados Unidos y defienden un sistema multilateral basado en la ONU, según acuerdos previos entre China y Rusia en 2024. Sin embargo, la ausencia de dos líderes clave, el presidente chino Xi Jinping y el ruso Vladimir Putin, marca un desafío para la cumbre de este año, ya que ambos han sido figuras centrales en la dirección del bloque. A pesar de esto, líderes como Lula, el primer ministro indio Narendra Modi y el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa han reafirmado su compromiso con el BRICS, priorizando este foro sobre otros encuentros internacionales.
La cumbre se desarrolla en un momento de reconfiguración del comercio global, especialmente tras la alianza comercial entre Japón, Corea del Sur y China en marzo pasado, como respuesta a los aranceles de Trump. Este escenario posiciona al BRICS como un contrapeso a las políticas estadounidenses, promoviendo la integración con iniciativas como la Franja y la Ruta de China y la Unión Económica Euroasiática de Rusia. Sin embargo, la diversidad política del bloque, que incluye democracias como Brasil e India junto a regímenes no democráticos como China e Irán, genera retos para alcanzar consensos. A pesar de las acusaciones de ser un grupo antioccidental, el BRICS insiste en su rol como defensor de los países en desarrollo, abogando por un sistema global más inclusivo.
La Cumbre BRICS 2025 en Río de Janeiro no solo define el rumbo económico y político del bloque, sino que también envía un mensaje claro sobre su capacidad para enfrentar desafíos globales. Con la participación de líderes, cancilleres y representantes de los países socios, el evento es un termómetro de la influencia del BRICS en un mundo marcado por la incertidumbre comercial y las divisiones geopolíticas.







