El sarampión, una enfermedad viral altamente contagiosa, se ha vuelto motivo de preocupación en México. Hasta la décima semana de 2025, se han confirmado 22 casos en el país, según la Secretaría de Salud. Este brote ha llevado a las autoridades a emitir una alerta epidemiológica y a reforzar las medidas de prevención.
El brote comenzó en febrero pasado, con el primer caso detectado en Oaxaca. Una niña de cinco años, sin antecedentes de vacunación, contrajo la enfermedad tras un viaje a países asiáticos como Tailandia, Laos, Vietnam y Japón. Desde entonces, el virus se ha propagado, afectando principalmente a los estados de Chihuahua, con 18 casos, y al mismo Oaxaca, con 4.
El sarampión se transmite a través de gotitas en el aire o por contacto directo con secreciones de personas infectadas. Es tan contagioso que una persona infectada puede transmitirlo a hasta el 90% de las personas no inmunizadas a su alrededor. Los síntomas incluyen fiebre, tos, conjuntivitis, manchas de Koplik en la boca y un exantema que se extiende por el cuerpo.
Hasta ahora, la mayoría de los casos confirmados en México corresponden a niños de entre 5 y 9 años, aunque también se han registrado casos en adolescentes y adultos jóvenes. Un dato alarmante es que el 86% de los afectados no contaba con ninguna dosis de la vacuna contra sarampión-rubéola (SRP).
Este repunte de casos se atribuye a varios factores, entre ellos la disminución en las tasas de vacunación en años recientes y la reintroducción del virus a través de casos importados, ya que en Estados Unidos, particularmente en Texas, se han registrado cerca de 200 casos hasta el 8 de marzo, lo que representa una preocupación debido a la proximidad geográfica. A nivel global, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reportado un aumento significativo de casos, con países como Yemen, Pakistán e India entre los más afectados.
Las autoridades mexicanas han intensificado las campañas de vacunación, enfocándose en niños de 1 a 9 años y en personas sin esquema de vacunación completo. Además, se han implementado cercos epidemiológicos y bloqueos vacunales en torno a los casos detectados. La vigilancia epidemiológica también se ha reforzado, con la notificación inmediata de casos sospechosos y la toma de muestras para confirmar la presencia del virus.
La vacunación sigue siendo la herramienta más efectiva para prevenir el sarampión. Las autoridades instan a la población a verificar su esquema de vacunación y a acudir a los centros de salud para recibir las dosis necesarias. También se recomienda evitar el contacto con personas infectadas y mantener medidas de higiene básicas.
El brote actual es un recordatorio de la importancia de la inmunización para proteger la salud pública y prevenir enfermedades que, aunque controlables, pueden tener consecuencias graves si no se toman las medidas adecuadas.