Jimmy Carter, una figura emblemática en la política y el activismo global que fungió como el 39° presidente de Estados Unidos, falleció este 29 de diciembre a los 100 años de edad en Plains, Georgia. Carter, quien habitó la Casa Blanca entre 1977 y 1981, es recordado por su gestión presidencial, su notable impacto en el ámbito humanitario y su papel como defensor de los derechos humanos.
El mandato de Carter estuvo marcado por un enfoque centrado en la ética, los derechos humanos y la búsqueda de la paz global, aunque también enfrentó importantes desafíos internos y externos. Carter redefinió la política exterior estadounidense al priorizar los derechos humanos como principio rector. Denunció regímenes autoritarios en América Latina, África y Asia, y suspendió ayudas económicas a gobiernos que violaban sistemáticamente los derechos de sus ciudadanos.
Uno de sus mayores logros fue mediar el histórico tratado de paz entre Egipto e Israel en 1978, firmado por Anwar Sadat y Menachem Begin. Este acuerdo sentó las bases para la estabilidad en una región marcada por décadas de conflicto.
Carter estableció relaciones diplomáticas plenas con la República Popular China, consolidando una política de apertura hacia el gigante asiático iniciada por su predecesor Richard Nixon. En un esfuerzo por mejorar las relaciones con América Latina, Carter firmó acuerdos que devolvieron el control del Canal de Panamá a Panamá, fortaleciendo la soberanía de este país y reduciendo tensiones en la región.
Preocupado por la dependencia de Estados Unidos del petróleo extranjero, Carter creó el Departamento de Energía y promovió una agenda para el desarrollo de energías renovables y la conservación energética, una visión adelantada a su tiempo.
Su gestión también enfrentó problemas significativos, como una inflación descontrolada, tasas de interés elevadas y la crisis de los rehenes en Irán, en la que 52 estadounidenses fueron retenidos durante 444 días. Estas dificultades, junto con una percepción de debilidad en liderazgo económico y político, influyeron en su derrota electoral en 1980 frente a Ronald Reagan.
Tras dejar la Casa Blanca, Carter redefinió el papel de un expresidente. Fundó el Centro Carter en 1982, una institución que se convirtió en un bastión para la diplomacia, el monitoreo de elecciones y la promoción de los derechos humanos.
A través del Centro Carter, lideró campañas globales para combatir enfermedades desatendidas como la dracunculiasis (enfermedad del gusano de Guinea). Este esfuerzo resultó en la casi erradicación de la dracunculiasis, un hito en la salud global.
Carter también fue un partidario activo de Habitat for Humanity, una organización que construye viviendas para familias de bajos ingresos. A menudo se le veía trabajando personalmente en los sitios de construcción, incluso en sus años de avanzada edad. Asimismo, fue un visionario en la lucha contra el cambio climático, ya que durante su presidencia instaló paneles solares en la Casa Blanca y abogó constantemente por la transición hacia energías limpias.
Jimmy Carter recibió el Premio Nobel de la Paz en el año 2002, convirtiéndose en el tercer presidente de Estados Unidos en ser galardonado con este reconocimiento, después de Theodore Roosevelt (1906) y Woodrow Wilson (1919).
Jimmy Carter había estado bajo cuidados paliativos en su hogar desde principios de 2023, tras una serie de problemas de salud relacionados con su avanzada edad, incluyendo complicaciones de un melanoma y varias hospitalizaciones previas. Su fallecimiento, según el comunicado de su familia, fue pacífico y debido a causas naturales.
Jimmy Carter será recordado como un líder íntegro, cuyo compromiso con el bienestar global lo distinguieron tanto en el ámbito político como en el personal. Fue un ejemplo de cómo la influencia de un presidente puede trascender el tiempo en el cargo, extendiéndose a un servicio constante y desinteresado hacia la humanidad.