Este lunes, un apagón eléctrico de gran magnitud dejó sin suministro de energía a más de 60 millones de personas en España, Portugal, Andorra y el sur de Francia. El corte de luz comenzó alrededor de las 12:32 del mediodía, hora local, y se extendió durante varias horas, provocando afectaciones en hospitales, aeropuertos, transporte público, comunicaciones, comercios y servicios básicos.
De acuerdo con la empresa Red Eléctrica de España (REE), el origen del apagón se debió a una pérdida súbita de cerca de 15 gigavatios de generación eléctrica, lo que representa alrededor del 60% de la demanda nacional de electricidad. Esta caída abrupta causó un desequilibrio en la red eléctrica europea y obligó a desconectar de forma automática varias interconexiones para evitar un colapso mayor. Aunque aún no se confirma la causa específica, autoridades españolas y europeas han descartado hasta ahora la posibilidad de un ciberataque, actos terroristas o fallas humanas. Aunque la investigación sigue en curso.
El impacto fue inmediato y generalizado. En España, ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla y Bilbao reportaron la cancelación total del servicio de metro, afectando a cientos de miles de usuarios. En Portugal, el aeropuerto de Lisboa suspendió por completo sus operaciones, dejando a cientos de pasajeros varados y obligando a cancelar todos los vuelos programados. Los hospitales recurrieron a generadores de emergencia para mantener en funcionamiento áreas críticas como cuidados intensivos y quirófanos. Las redes de telefonía e internet sufrieron interrupciones, y muchos comercios tuvieron que cerrar ante la imposibilidad de operar sin electricidad.
Al presentarse los errores y deficiencias en redes móviles y de internet se dificultó la comunicación entre los ciudadanos y los servicios de emergencia. En algunos puntos del país, la caída de energía afectó incluso a sistemas de bombeo de agua y semáforos, provocando congestionamientos viales y un incremento en los reportes de incidentes menores.
El gobierno español activó un gabinete de crisis para coordinar la respuesta ante la emergencia, mientras que REE puso en marcha los protocolos de recuperación del suministro eléctrico. Para las 11 de la noche del lunes, se había restablecido el 51% del servicio, y a las 7 de la mañana de este martes, el 99.95% del suministro eléctrico estaba nuevamente en funcionamiento. En Portugal, se informó que el restablecimiento fue gradual y completo hacia el final del día.
Este apagón ha reavivado el debate sobre la seguridad energética en Europa y la fragilidad de los sistemas interconectados. La Comisión Europea ha solicitado un informe técnico independiente para determinar las causas y responsabilidades del incidente, con la expectativa de una primera versión en un plazo de seis meses y un análisis final antes de septiembre de 2026. Por su parte, Red Eléctrica de España ha prometido transparencia y colaboración plena en las investigaciones.
Especialistas en materia energética señalan que este evento representó uno de los mayores cortes eléctricos en Europa en la última década y subrayan la importancia de invertir en redes más resilientes, diversificadas y seguras. También ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad de mejorar la coordinación entre operadores de distintos países, ante una red europea cada vez más interdependiente y expuesta a desequilibrios regionales.
Mientras tanto, usuarios en redes sociales compartieron su desconcierto y molestia por la falta de información oportuna durante el apagón, lo que ha llevado a diversas autoridades locales a evaluar los protocolos de comunicación ante emergencias de gran escala. Aunque no se reportaron víctimas mortales ni daños mayores, el incidente ha dejado una clara señal de alerta sobre los retos que enfrentan los sistemas eléctricos del continente en el contexto actual de transición energética y combate al cambio climático.
