El emblemático Estadio Azteca de la Ciudad de México, inaugurado en 1966 y conocido por ser sede de dos finales de la Copa del Mundo en 1970 y 1986, cambiará su nombre a Estadio Banorte. Este cambio se debe a una alianza estratégica entre Grupo Ollamani, propietario del estadio, y el banco mexicano Banorte, con el objetivo de modernizar y transformar el recinto de cara a la Copa Mundial de la FIFA 2026.
Mediante un comunicado publicado en redes sociales que daba a conocer la noticia, también se informó que el acuerdo incluye un financiamiento de 2,100 millones de pesos destinado a la modernización del recinto, así como componentes publicitarios y de patrocinio. Las reformas buscan convertir al estadio en un recinto sustentable, cómodo y con tecnología de punta, manteniendo su esencia y diseño arquitectónico histórico.
Este cambio de nombre se alinea con una tendencia global donde los estadios adoptan nombres comerciales debido a acuerdos de patrocinio. El Estadio Banorte será una de las sedes del Mundial de 2026, marcando la tercera ocasión en que este recinto albergará una Copa del Mundo.
El anuncio del cambio de nombre ha generado diversas reacciones entre el público. Muchos aficionados han expresado su descontento y nostalgia por la modificación. Comentarios en publicaciones de Facebook y TikTok reflejan la preocupación de los seguidores por la pérdida de identidad asociada al nombre original.
Por otro lado, algunos usuarios comprenden la necesidad de modernizar y financiar la remodelación del estadio de cara al Mundial de 2026, reconociendo que acuerdos de patrocinio como este son comunes en el ámbito deportivo actual. Sin embargo, la mayoría de las opiniones parecen inclinarse hacia la preservación del nombre original, destacando su valor histórico y cultural. Según informes, durante la Copa del Mundo de 2026, el estadio retomará temporalmente su nombre original, ya que la FIFA no permite nombres comerciales en los recintos durante el torneo.
En resumen, el cambio de nombre del Estadio Azteca ha suscitado una mezcla de emociones entre el público, predominando sentimientos de nostalgia y resistencia al cambio, aunque también hay quienes entienden las razones económicas detrás de esta decisión. La modernización y el cambio de nombre buscan posicionar al Estadio Banorte como uno de los estadios más modernos y emblemáticos a nivel mundial, reforzando su legado en la historia del fútbol.