Quien figura hoy como magistrado del Sexto Tribunal Colegiado en Material Penal, reiteró su vocación cuando, en su etapa de estudiante, un profesor lo llevó al Reclusorio de su natal Veracruz para conocer de primera mano las necesidades de los familiares de los presos.
Hoy, con casi tres décadas de carrera, en sus manos se encuentran decisiones cruciales en impartición de justicia. De su papel de juez y sus sueños a corto plazo, habla para La Revista del País Líder México…
A punto de cumplir 30 años en el andar de la abogacía,
Fernando Córdova del Valle recibe a La Revista del País Líder México en su oficina.
Ante un Maestro en Amparo, Doctor en Ciencias Penales y en Derecho ConstitucionalPenal,porelInstituto de Ciencias Jurídicas de Estudios Superiores; y en cuyo currículum destaca hoy el puesto de magistrado, hablar de Derecho significa tener una charla interminable, a la cual nos adentramos a través de sus raíces.
“Inicié en mi natal Veracruz y arranqué en el Poder Judicial de la Federación (PJF), en un puesto que se conocía, —en ese entonces—, como meritorio. De lo que se trataba era que entrabas, pero sin cobrar, aunque tenías que hacer todas las funciones. Primero me designaron para intendente, que es la persona que hace la limpieza, después fui chofer y seguí como auxiliar de secretario particular de una juzgadora”, relata.
Contrario a otras historias, donde el puesto y la elección de carrera viene de abolengo y herencia, el caso de Córdova del Valle se labró en pequeños pasos. Fue en ese recorrido, según nos cuenta, que vivió cómo se resolvían y dictaban las sentencias.
Luego de andar de un puesto a otro, llegó el momento de obtener una “base”, y fue para 1996 cuando lo nombraron Oficial Judicial, luego actuario, secretario, hasta formar parte del PJF, en la actualidad, como magistrado.
“Para pasar por todas estas etapas, rumbo a ser juez, se hacen exámenes. En aquel entonces eran más de 2 mil 500 participantes y sólo quedábamos 15 por año, ya que no había un Poder Judicial tan amplio en la República, y eran muy pocos juzgadores o juzgadoras.
Actualmente es necesario tener más jueces y juezas y se quedan más personas”, nos comparte.
EXPERIENCIAS DE VIDA
ElmagistradoCórdovatieneungran amor: “la docencia”. Considera que para enseñar hay que ser primero un buen alumno, así que relata que tras tocar varias puertas laborales y mientras esperaba una se abriera, fue también en 1996 cuando entró a dar clases. “Ese año me marca mucho porque empecé a impartirclases de Amparo y Materia Penal. Recuerdo que hubo un profesor que marcó mi vida porque me llevó al reclusorio de Veracruz, al Ignacio Allende. En ese momento, dentro de aquel lugar, me di cuenta de la cantidad de gente que va, que se entrevista con abogados, que piden ayuda y justicia. Yo asistí como alumno de este profesor y, al verlo cómo defendía y cómo ayudaba, me impactó la materia penal.
Fue una experiencia rara, porque en su materia me pudo llevar al Registro Civil, o a una cuestión mercantil, pero fue así como lo decidió y marcó mi vida”.
De entonces a la fecha, el doctor
Fernando tiene en su haber el desempeño catedrático en la Universidad Autónoma de Veracruz, la Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad La Salle y el Instituto de Ciencias Jurídicas de Estudios Superiores, donde enseña: Amparo, Práctica Forense de Amparo, Introducción al Estudio del Derecho y Jurisprudencia; esto a nivel licenciatura.
Su carrera y su formación también lo inserta en los niveles de posgrado, donde forma maestros y doctores en módulos de Medios Ordinarios de Impugnación, Amparo Penal Directo e Indirecto, Procedimientos de Extradición;Procedimiento
Penal Acusatorio; Juicios Orales; Derecho Jurisprudencial; Recursos en el Juicio de Amparo; La acción de inconstitucionalidad; Recursos e Incidentes en el Juicio de Amparo; Argumentación Jurídica; Sobreseimiento en el Juicio de Amparo y un largo etcétera.
HABLARLE DE TÚ AL DERECHO
Compartir el conocimiento se volvió un sentido de vida para el magistrado, quien para ello se integró a la escritura. “La materia penal era la oportunidad que tenía en aquel entonces para conocer de cerca la justicia; sin embargo, para insertarme más, empiezo a escribir libros para hacer las cosas más prácticas y sencillas. Todo lo que redacto lo hago sin tecnicismos, porque vengo de una familia humilde, de mis padres que no tuvieron la oportunidad de estudiar. Así fue que empecé con un texto relacionado con la ética, luego otro de derecho penal y seguí”, explica.
Su intención, dice, es que la gente, estudiante o no de Derecho, entienda qué hay dentro y fuera de esta materia, que con sólo leer y escribir pueda insertarse en el Derecho Penal, luego en el Amparo. “Mi idea era que la gente pudiera y pueda defenderse, que entendiera qué hay en un juicio de amparo, sin necesidad de tecnicismos, y así fue que salió a la luz ‘Clases de Ética, Clases de Penal y Clases de Amparo’, que se agotaron a su salida”.
Posteriormente también consiguió la autoría de ‘Haz de tus principios y valores un hábito en tu vida’, en el cual aborda el tema de la ética, una materia que en su área laboral tiene un peso importante para hacer cumplir la ley con objetividad e imparcialidad. Su finalidad era construir un código para que los futuros juzgadores y juzgadoras
tengan un punto de referencia en el tema.
“Escribo este libro porque hay una anécdota de mi vida que lo sustentaba. Pensaba: ¿cómo sería que si vienes de abajo, de ser intendente, chofer y más, hasta llegar a este puesto de juzgador, al conseguirlo te perdieras? ¿Cómo es que si tenía lo que había buscado, iba a perder lo más importante para el desempeño de ese deber? Y entonces fue la sensibilidad lo que quería rescatar, decir que los jueces deben ser principalmente sensibles, entre otras cosas”.
Para el magistrado, alguien que se pierde en un puesto de este rango es porque “no tienes principios. Cuando no tienes valores tu tendencia puede ser la de corrupto, de resolver sin importarte la
sociedad, resolver solo por resolver, como dicen algunos; estrictamente aplicando el Derecho y no la justicia, porque sí se pueden manejar de manera conjunta, entonces escribo ese libro como una historia de este personaje que llega y se siente “plus”, que se siente conocedor del Derecho, que se siente inteligente sólo por ocupar un puesto, cuando creo que no debe ser así. Para las futuras generaciones mi idea es que no pierdan su esencia y que ésta se refleje en sus resoluciones”.
UN OJO AL FUTURO
Para un especialista en el tema, que además forma a quienes más adelante ocuparán su puesto, mirar hacia la juventud y desde ahí predecir cómo
será la impartición de justicia a futuro es un reto.
“Laúnicadiferencia,queesabismal con los jóvenes de antes y de ahorita, son las redes sociales. Éstasllegaronparatransformarnos como personas, pero mi punto es que hay que volverles a enseñar lo que es la ética. Yo dedico cinco minutos antes y cinco minutos después de mis clases a retomar los conceptos básicos de esta materia. Trato, en lo que escribo en las redes sociales incluso, que se humanice otra vez lo que vivimos, que tan sólo escribir en redes sociales no sea por quedar bien, sino por ser leal a lo que eres”.
“En este país”, acusa, “no se dan clases de Ética en el nivel básico o más adelante. Tal vez se tenían clases de Sociales, pero sin estos
Temas que considero básicos en toda formación”.
Y si bien tiene los ojos en sus alumnos, cuando ve hacia adelante también observa la transición en el Poder Judicial. Asegura que existe una transformación, incluso antes de que el actual sexenio entrara al poder, por lo que cada vez existen más mecanismos para terminar con malas prácticas como el nepotismo y la corrupción: “Hay algunos que dicen que ya se acabó, hay otros que dicen que estamos apenas inmersos en esa tarea, pero bueno, es un buen inicio… sí se ha erradicado de manera profunda”.