Desde siempre, la opinión pública, esa que se encarga de emitir juicios de valor sobre lo que es bueno o malo, lo que es tendencia o quedó obsoleto, lo que aceptamos, consumimos y rechazamos, ha estado conformada por un sector privilegiado.
A este sector han tenido acceso personas que, debido, sobre todo, a su condición social fueron formando y construyendo ese ente diverso que hoy nos ocupa: el de los líderes de opinión y creadores de contenido.
Según Paul Lazarsfeld, los líderes de opinión poseen ciertas características entre las que se encuentran el ocupar posiciones en la comunidad consideradas como adecuadas; del mismo modo, se les considera como personas accesibles que tienen contacto con la información proveniente del exterior y que están bajo influencia de los medios apropiados.
De esta manera, los líderes de opinión, esos que se forman de derecha, de izquierda, con posturas radicales y algunas más ortodoxas, han desfilado ante nosotros durante años; transformándose en verdaderos referentes culturales que han normado la opinión de la sociedad mexicana.
Desde Enrique Krauze, Ricardo Rocha, pasando por Elena Poniatowska, Martha Debayle y Katia D’Artigues, cruzando a Jaime Maussan, Cristian Martinolli y Alberto Lati, hasta la finada Carmen Salinas, la opinión pública se conforma en las últimas décadas por personajes que gustan de hablar, algunos de ellos con más sentido que otros.
Pero, ¿qué pasa con las nuevas generaciones? Pues bien, estas generaciones han formado su opinión a base de prueba y error. ¿Cómo? Haciendo eco de su propia voz, a través de la creación de contenido.
Estas generaciones que han encontrado en Twitter, la pradera donde la opinión reverdece a la menor provocación, un espacio no solo para expresarse sino para compartir y ganar adeptos y seguidores, no sin antes obtener opiniones en contra, insultos y banneos a diestra y siniestra.
Otros miembros de estas mismas generaciones, han encontrado a través de la comedia, el lipsync y los trends, formas menos hostiles en los prados de Tik Tok y de YouTube, quien con su reciente incursión en los videos cortos de Short ha brindado a miles de usuarios, unos jóvenes y otros no tanto, la posibilidad de crear contenido y, al mismo tiempo, poder expresar su creatividad, ideas y opiniones.
En estos formatos somos testigos de cómo miles de usuarios alrededor del mundo han empezado a obtener reconocimiento por parte de sus seguidores al integrar una nueva oleada de líderes de opinión. Esta nueva generación de opinólogos, cómo también se les llama de forma peyorativa, reclama de forma genuina, con trabajo honesto, buen ánimo y frescura, un espacio que antes solo era viable para unos cuantos.
Y es que en muchos casos se puede constatar que, no sin algunos tropiezos y mucho esfuerzo de por medio, las nuevas generaciones buscan prepararse para aportar un enfoque distinto a lo que los medios de comunicación tradicionales nos tenían acostumbrados.
Dicha preparación es justamente lo que se necesita para diferenciarse de una masa en la que se encuentran muchos usuarios que, como referí en párrafos anteriores, hablan sin mucho sentido o sin aportar valor al debate social. Y es que es innegable el peso que tiene internet, sus usuarios y plataformas en el mundo, de tal suerte que la televisión tradicional ha modificado a conciencia sus propuestas para poder abarcar y reflejar un poco de la influencia que estos nuevos líderes, con sus formatos de contenido, ejerce en la opinión pública.
Como ejemplo, vale la pena mencionar el caso de Chumel Torres, cuyo trabajo irreverente y sarcástico lo llevó de internet, con su programa El pulso de la República transmitido por YouTube, a ocupar un sitio en la programación de HBO y Radio Fórmula.